
Creemos, no hacemos más que creer. A pesar del infausto recuerdo de la temporada pasada. ¿Cómo no vamos a creer en Leo Messi, en Víctor Valdés o en Carles Puyol? Este equipo reúne a las estrellas más rutilantes, llámense Ronaldinho o Thierry Henry, acompañadas de un sin fin de canteranos de calidad indiscutible. ¿Cómo no creer en ellos y en un hombre de clase y el nivel de Frank Rijkaard? Claro que creemos, seguimos creyendo en ellos. Creemos en un cambio. Creemos en un cambio que nos devuelva a la senda del Barcelona ideado por Frank Rijkaard y nos aleje del Barcelona que se deja dos puntos ridículos en San Mamés, del Barcelona que humilla a la Historia del club cayendo por segundo año consecutivo de manera lamentable en Getafe. Creemos en ellos, creemos en Frank. Porque en realidad nos han hecho grandes.
Pero esta vez va en serio. Después de no poder defender la corona europea en Anfield Road, este equipo tiene la obligación moral para con sus socios de salir victorioso del cruce ante el Celtic de Glasgow. Esperamos la mejor versión del mejor del mundo, Leo Messi. Esperamos al incombustible Deco. Esperamos un recital táctico-futbolístico de un genio llamado Yayá. ¿Por qué no esperar un buen Ronaldinho? Incluso esperamos un Henry parecido al del Arsenal.
Y así fue. El Barcelona dio un recital futbolístico memorable en el momento más necesario y salió ovacionado de Celtic Park. El fútbol combinativo de alta escuela volvió, como no podía ser de otra manera, en el feudo preferido de los azulgrana: Gran Bretaña. Gracias por darnos un respiro a los que no dejamos de sufrir, pero sobre todo de creer.