Tan simple como mirar hacia atrás en este extraño mundo del fútbol para entender que los cambios a media temporada sólo pueden llegar a funcionar en caso de situaciones extremas, de hundimiento total. Fichar a un nuevo entrenador no garantiza nunca nada.
En el Valencia C.F. se roza la incompetencia absoluta, el más grande de los absurdos visto los últimos años en la liga española: la destitución de Quique Sánchez Flores con un equipo tercero en la tabla de clasificación practicando un juego muy sólido.
Las palizas futbolísticas recibidas en Mestalla a manos de Real Madrid y Barcelona no son más que la viva imagen de un cúmulo de despropósitos liderado por ese sujeto lamentable llamado Juan Soler. Si el cese de Quique fue la tumba futbolística del Valencia, la ofensa perpetrada con el capitán David Albelda (más de uno debería repasar el vídeo del Chelsea-Valencia de la temporada pasada) y Santi Cañizares es la ruina moral de una dirección que reniega de dos de las piezas clave de un equipo que llegó a ganar dos ligas y una UEFA, además de llegar a dos finalísimas de la Champions.
No creo que Koeman tenga mucho que ver con la crisis del Valencia pero es cierto que está ayudando a su desintegración total con decisiones absurdas. David Villa apostó por el equipo ché en verano, ¿volvería a hacerlo? Es evidente que no. Ayer el Valencia dejó de ser uno de los grandes de la liga.