lunes, 19 de noviembre de 2007

La dichosa posesión

El Barcelona debe tener el balón. Esa es una premisa histórica para la generación que empezamos a ver fútbol con el profeta Johan Cruyff. Secundada por Van Gaal, Rijkaard, Rexach, incluso el infausto Serra Ferrer, la idea de no ceder la iniciativa al contrario, de no dar balonazos se convirtió en la esencia del barcelonismo y su ideario futbolístico. Robson intentó implantar algo distinto y acabó siendo silbado mientras estaba ganando por 5 goles a 0 al Rayo Vallecano en el Camp Nou.

¿Significa realmente algo tener el balón? En realidad estamos hartos de ver a entrenadores de la escuela Capello triunfar sin balón. El entrenador italiano estuvo dos años en España y ganó dos ligas, la primera a base de balonazos de Hierro para Mijatovic y la segunda de Beckham para Van Nistelrooy. El fútbol a veces es muy fácil; saberlo jugar fácil no lo es tanto.

Un caso interesante es el del ideólogo del fútbol moderno, José Mourinho. ¿Quiere Mourinho el balón? Todos recordamos aquel tremendo partidazo contra el Barça en Stamford Bridge, diríamos que no. ¿Pero alguien recuerda al Oporto de Mourinho? Sobaba el balón hasta aburrir al contrario sin arriesgarlo en ningún momento.

¿Cambió Mourinho de sistema? Ni mucho menos, simplemente hizo pequeños retoques. Porque la clave no está en la posesión, la clave está en el control del partido. Y no existen mil maneras de conseguirlo, por lo menos sólo se han descubierto dos: aculándose en la propia área o asegurando la posesión; a partir de ahí la opción correcta depende de los jugadores de que se disponga en comparación con el rival. El Chelsea tiene la calidad suficiente en su centro del campo como para asegurar la posesión en la Premier, en Europa le cuesta más, especialmente contra el Barça, difícilmente nadie le puede quitar la posesión al Barça.

Nuestros problemas no están en el sistema. Se dice que ganamos la Champions de manera conservadora, sin duda, pero no a la italiana, simplemente nos dedicamos a asegurar al máximo la posesión, entre Puyol y Márquez, pero la posesión al fin y al cabo. El Barça y Frank Rijkaard necesitan recuperar la esencia que nos hizo campeones, no destruirla.

martes, 13 de noviembre de 2007

La sustancia misteriosa


En el fútbol existen esos jugadores con pegada, con gol en definitiva. Es un concepto difuso y que habitualmente se utiliza de manera totalmente vaga; incluso he llegado a escuchar en diferentes lados que Henry es uno de esos killers. Jugadores con pegada son jugadores con excelente remate a puerta y gran posicionamiento y consiguiente movilidad en el área; ejemplos perfectos de ello son Trezeguet, Van Nistelrooy o el mismo Raúl. Incluso Ronaldo o Shevchenko también podrían ser considerados jugadores de pegada, aunque comen a parte y tienen otras características más importantes que les diferenciaron en su momento como los mejores del mundo.

Para ejemplificar el concepto no existe mejor solución que el Pippo Inzaghi. Es posiblemente el jugador más asombroso que he visto jamás. Un futbolista que si lo sacas del área no sabe dar un pase a tres metros y es incapaz de hacer una pared. Pero cuando pisa su terreno, el área, es demoledor y se la puede liar a la defensa más férrea. ¿Cómo puede un jugador con tan poca calidad técnica decidir con dos golazos una final de la Champions League? Inzaghi tiene una sustancia misteriosa en la sangre que le convierte en un futbolista excepcional. El Pippo es una manera de entender el fútbol más allá de la calidad; define el fútbol de los listos, los intuitivos, los persistentes y sobretodo de los jugadores con raza y carácter. Posiblemente la mejor explicación a lo que es y significa Inzaghi la encontramos viendo cómo celebra todos y cada uno de sus goles.

Mientras otros necesitan grandes nombres ya sean Henrys y Eto’os o Shevchenkos y Drogbas, el Pippo Inzaghi sigue reventando estadísticas con el Milan y la Azzurra.

viernes, 2 de noviembre de 2007

Análisis de la actual situación del Barça

La temporada pasada fue nefasta, vomitiva, una ofensa para los socios del club. Pero no porque no ganáramos nada sino por la paupérrima actitud mostrada en demasiados partidos y por llegar hundidos físicamente (por decirlo de manera suave) al tramo final de temporada debido a una preparación física que no podía responder a un sistema de entrenamientos decente (la vida privada de los jugadores mejor la dejamos de lado). De hecho, me ha faltado una pitada de las que pasan a la historia ya fuera en el Gamper o contra el Athletic, para demostrar a nuestros jugadores que se acabó reírse del personal.

Bien, dicho esto, la actitud de este inicio de temporada (con las reservas de no haber podido ir ningún día al campo y haberme perdido algún que otro partido tipo Villarreal) me parece de lo más correcta. Los jugadores han entendido que ha llegado el momento de mostrar una reacción contundente. Por lo tanto cuerpo técnico y jugadores vuelven a tener mi total apoyo. Puedo entender las críticas en función del resultado o del mal juego pero personalmente siempre estaré en contra de los que no quieren y a favor de los que no pueden.

El ejemplo perfecto de esta situación se llama Ronaldinho; ha perdido la sonrisa, no se va ni de Thuram en los entrenamientos, en definitiva no tiene ningún tipo de confianza en su juego. Pero Ronaldinho lo está intentando. En Valladolid vimos su primer acercamiento a un nivel decente, ya no por el gol sino por sus constantes movimientos y participación. De cara a la temporada que viene podemos plantearnos si el ciclo de este Barça ha terminado. Por el momento, no queda otra que estar con Ronaldinho y los demás jugadores, y también con Frank Rijkaard.

A propósito de Rijkaard, ¿qué le está pasando futbolísticamente al equipo? ¿Por qué somos incapaces de ganar al Valladolid? Se juntan diversos factores y consecuencias de diversos temas que planteaba en los primeros posts de este blog. El problema fundamental es que el equipo se parte totalmente, las líneas no se juntan; es la consecuencia de una presión totalmente ineficaz de nuestros delanteros acompañada de la presión inexistente del dúo diabólico Xavi-Iniesta (diabólico para el Barça claro). Si la primera línea presiona de manera lamentable (Henry y Ronaldinho no existen y Messi va a su bola) y la segunda se borra totalmente (básicamente porque no saben más) los equipos contrarios llegan por autopista a nuestros cuatro defensas más Touré. Resultado: éstos tienen que recular muchísimo para no verse totalmente desbordados; el equipo se parte en dos.

Evidentemente Rijkaard ve esta situación y en determinados partidos como el Olympique el equipo jugó unos metros atrás (por órdenes del míster, cuando juega Thuram reculan automáticamente sin orden alguna): si no nos podemos juntar delante, nos juntamos más atrás como hacen el 99% de equipos del mundo. Y funcionó muy bien ya que además Henry pudo jugar mucho más cómodo pues necesita de espacios. Sin embargo, la naturaleza de este equipo es ir hacia delante y por momentos se volvió a conseguir, en parte porque Iniesta se movía mucho mejor en la posición de Ronaldinho (su auténtica posición) y sobretodo porque Deco estaba en un estado excepcional de forma. La mejor solución a todo esto es muy fácil: que vuelvan rápido Eto’o y Deco y con ellos la presión, por favor. Y de paso Abidal (Sylvinho jubilación ya, qué malo es por Dios).

Finalmente, me gustaría recalcar el increíble rendimiento de dos jugadores:
- Víctor Valdés; creo que se merece un 10 ya por acumulación de puntos. Tres temporadas a un nivel estratosférico salvando puntos constantemente.
- Bojan Krkic: si no pasa nada malo será una Leyenda del club. Es rematadamente bueno. Por la izquierda, por el centro, da igual, asiste, encara, dispara a lo bestia al más puro estilo David Villa, y sobretodo sus movimientos de veterano. Un fenómeno.